Existe un cierto consenso social acerca de la actitud y comportamiento de los jóvenes. Se dice que la juventud, digamos entre 15-25 años, ha perdido el respeto a la autoridad y que no valora el trabajo bien hecho y la consecución de premios basados en el mismo. Una juventud individualista y tecnoadicta, anestesiada por un Estado del bienestar que les ha dado todo lo que ha necesitado y unos nucleos familiares que no han sabido, o no han querido, transmitir una cultura de esfuerzo sano. Gran parte de ello es cierto (me parezco a Sarkozy, lo sé). Sin embargo, algunos investigadores como Neil Howe y el recientemente fallecido Richard Strauss llevan varios años advirtiendo de la llegada de un nuevo grupo de jóvenes con actitudes y comportamiento muy diferenciados de los hasta ahora conocidos como Generación X. Son los denominados Millennials, Generación Y, Gen Y, Net Generation o 9/11 Generation, como prefieran.
Los Millennials son aquellos jóvenes nacidos con la década de los 80 (en general se habla de 1982 pero eso es una cuestión que no tiene demasiado interés). Lo más importante de este grupo es lo que los diferencia de sus inmediatos predecesores, la Generación X, los treintañeros de hoy, entre los que se incluye un servidor. De hecho, los Millennials poseen unos rasgos que les aproximan más a sus abuelos que a sus propios padres. Evidentemente, un cambio tan drástico exige una clara modificación en la forma de hacer marketing. Los valores que han generado las marcas en el pasado ya no valen para los Millennials, un grupo, no olvidemos, que dentro de no mucho tiempo representará el mayor poder de compra y ostentará gran parte del poder político y económico.
¿Qué es lo que diferencia a estos jóvenes? Según las investigaciones de Howe y Strauss, realizadas especialmente en EEUU (ello no le resta importancia dada la homogeneización de actitudes y comportamientos que supone la globalización), los Millennials son personas más aversas al riesgo, lo cual les lleva a posee un pensamiento más estratégico, tomando sus decisiones en función de los beneficios que éstas les van a reportar en el largo plazo así como considerando el efecto que dichas decisiones va a ejercer sobre la comunidad. La palabra comunidad es clave a la hora de definir a los Millennials. Nuestros abuelos tenían una sensación de pertenencia a una comunidad mucho más arraigada que nosotros, la Generación X. No estamos hablando de la pertenencia a una pandilla de amigos, sino de algo más global: una ciudad, una nación, un planeta. Este rasgo también se observa entre los Millennials, de ahí el éxito de las redes sociales. Nuestros abuelos usaban el boca-oído, los veinteañeros se sirven de nuevos medios como Tuenti.
Desde una perspectiva de empresa algunas cuestiones de los Millennials deben ser tenidas en mente. Así, hemos visto cual es su actitud, más aversa y largoplacista. Esta actitud hacia la vida debe ser incluida a la hora de gestionar la imagen corporativa de la empresa. Pero hay más cuestiones de las que hablar. Los Millennials son individuos prácticos que se preocupan de los efectos que sus propias acciones o las de los demás tienen sobre el bienestar de la comunidad global a la que pertenecen. De esta forma, ya no sirven campañas de marketing verde o social que realicen planteamientos vagos del tipo: “Iberdrola se preocupa por el medioambiente“. En su lugar, los Millennials quieren mensajes claros del tipo: “Iberdrola invierte 3.000 millones de euros en energías renovables“. Por otro lado, los Millennials son buenos trabajadores en equipo pero a la vez exigentes. Esto hace que a veces se observe una baja lealtad al empleador, pero no porque los Millennials tengan un comportamiento caprichoso, sino porque buscan un trabajo perfecto, que les sirva a ellos pero también a la comunidad. Dicho de otra forma, si un empleador desea trabajadores leales deberá ser responsable con ellos y con el entorno que les rodea.
¿Y si hablamos de marketing político? Los Millennials son un grupo extraordinariamente importante para la clase política. Lo estamos observando en EEUU y la candidatura de Obama, pero también en España y el Gobierno de Zapatero. Los Millennials son personas con una tasa de participación en las elecciones mucho mayor que sus predecesores. Es lógico si tenemos en cuenta su preocupación por la comunidad. Por otro lado, son individuos positivos y creo que es ahí donde radica el éxito de ZP con los jóvenes: un mensaje positivista contra viento y marea. Un último rasgo a destacar de los Millennials es la consideración de sí mismos. Se sienten especiales, así que trátenlos como tales. Esto tiene un efecto sobre la Política interesante. Los Millennials están dispuestos a ser protegidos por el Estado precisamente porque se sienten especiales. En cambio, la Generación X no se siente a gusto con este tipo de regulaciones, ya que entienden que el Estado las aprueba para controlarles, no para protegerles.
Por último, ¿cómo gestionar las marcas frente a los Millennials? Algunas cuestiones ya las hemos anticipado, como la necesidad de responsabilidad corporativa real. No obstante, también debemos destacar que los Millennials pueden ser un empujón para las grandes marcas, marcas que con su poder sean capaces de cambiar las cosas de verdad, de mejorar la comunidad. De hecho, Newman advierte de que en cierta medida la famosa teoría del Long-Tail puede no ser tan efectiva como en el caso de la Generación X, aunque estas son cuestiones sobre las que hay que trabajar mucho más.
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